Solos en la Madrugada

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Que Pasa
Solos en la madrugada
PAULA BARQUET

A las once de la noche queda poca gente en la calle. En las casas apenas se ve el
resplandor de las pantallas de televisión. En la mayoría de los comercios hace rato bajaron
las rejas. Los pocos autos que circulan son taxis o patrulleros. Muchos de los ómnibus van
"expreso". No se sienten ruidos de tránsito o bullicio. Es entonces cuando algunos
empiezan su jornada laboral.
No se sabe cuántas personas trabajan de noche. No lo saben en el Ministerio de Trabajo,
ni en el BPS, ni en el INE, ni en el PIT-CNT. No lo sabe nadie en Uruguay.
Juan Andrés Roballo, Inspector General del Trabajo y de la Seguridad Social, dice que es
un dato difícil de conocer porque "depende del ciclo productivo". El BPS recibe información
de las personas que trabajan y sus salarios, pero no de los horarios. El INE no lo ha
incluido en sus censos ni en la Encuesta Continua de Hogares, "ya que no se consulta
sobre el horario en el que se desempeña la jornada laboral", tal como reconoció una
técnica de ese instituto.
El PIT-CNT tampoco lo sabe, pero su coordinador de Salud Ocupacional, Walter Migliónico,
aportó un dato que puede resultar al menos aproximado: a nivel mundial se estima que
entre el 7% y el 11% de la Población Económicamente Activa de un país trabaja de noche.
En Uruguay eso representaría entre 120.000 y 180.000 personas.
Que nunca alguien haya pensado en calcular esta población quizá no sea lo más grave.
Tampoco se han hecho relevamientos específicos sobre las condiciones en que trabajan y
viven estas personas, ni se ha elaborado algún tipo de plan, programa o proyecto que los
contemple. Al parecer, es un tema irrelevante para el país. O como dijeron varios de los
consultados para este informe, "no ha sido una prioridad", que en los hechos es lo mismo.
Esos 120.000 uruguayos o más que se ganan la vida mientras los demás duermen, se
exponen a mayores riesgos para su salud física y mental, y la mayoría de las veces es
porque no tienen opción. Montevideo no está preparada para ellos no los tiene en cuenta.
Por la plata. Carlos trabaja de guardia de seguridad durante el día y vende garrapiñada
algunas noches. Su jornada laboral promedio es de 20 horas.
El lunes 19 de abril decidió que era un buen día para probar suerte en su puesto de 18 de
Julio y Barrios Amorín. A medianoche ya sabía que por la cantidad de gente que circulaba,
vendería poco. Pero el horario le resulta "tranquilo". Además, la familia de Carlos vive en
el interior. "No me preocupa, no tengo a nadie que me espere", comenta sin dramatizar.
Sobre Bulevar Artigas, frente al Hospital Pereira Rossell, Juan Pablo atiende en una
verdulería y frutería que llama la atención por estar abierta las 24 horas. Aunque uno de
los motivos sea que el local es un galpón sin puerta, asegura que la verdadera razón es
que de noche "se vende bastante". Los clientes son acompañantes y enfermeros del
hospital.
"Me pagan muy bien", advierte sin rodeos para justificar el sacrificio que, confiesa, es
grande. "La patrona" se queja, los hijos no lo ven, "pero aumenta considerablemente el
sueldo" y eso para un hombre de 58 años y nueve personas a cargo, es más que
suficiente.
En Multiline, un call center que recibe las consultas de los clientes de Movistar, 10
personas trabajan de noche, aunque sólo dos hacen la guardia completa. Muchos son
estudiantes o tienen un trabajo de día que complementa sus ingresos.
Carina, de 32 años, hace uno que se desempeña en ese horario. Asegura que su cerebro
"funciona mejor", tiene "más tiempo" para ver a su familia y optimiza los tiempos muertos
entre el estudio y el trabajo. Las llamadas durante la madrugada son pocas y eso hace a
la tarea "menos estresante", pero el motivo primordial para trabajar de noche es que la
empresa los "premia" con un mayor salario.
A los trabajadores nocturnos se les suele pagar una compensación del 20% de su salario.
No está establecido en una ley nacional pero está regulado en más de 30 convenios
laborales. Se ha hecho extensivo incluso para las ramas de actividad que no lo han
ratificado y los jueces consideran que es obligatorio. En algunas áreas que implican mayor
peligrosidad se llega a aumentar 50% o 100%.
Los convenios tienen alto grado de cumplimiento. Desde la Inspección General de Trabajo,
Roballo reveló que de 1.600 denuncias que hubo en 2009 sobre condiciones generales de
trabajo, sólo 80 contenían, entre otras cosas, el no pago de la prima nocturna.
A través de esa compensación se busca reconocer el esfuerzo y los riesgos asumidos, pero
la medida es un arma de doble filo. En el caso de algunos trabajadores como Carlos y
Juan Pablo, se trata de una opción casi de subsistencia. Quizá el call center no pueda
prescindir de la atención nocturna. Sin embargo, hay quienes creen que el "lucro" no
amerita la nocturnidad.
"Algunos trabajos hay que hacerlos de noche y a otra cosa mariposa", opina Migliónico
desde el PIT-CNT y menciona policías, médicos, recolectores de basura, electricistas,
transportistas. "Pero muchas veces el trabajo nocturno no tiene otra justificación que
obtener la mayor rentabilidad de la inversión productiva".
Se refiere a ciertas tareas que por sus características deberían ser continuas, ya que se
trabaja a altas temperaturas y se perdería dinero al interrumpirlas: refinación de
combustible, metalurgia, elaboración de cemento o celulosa.
Migliónico cree que se podría restringir el trabajo nocturno en algunos casos. Algo similar
opina el doctor Freddy Spontón, profesor adjunto del Departamento de Salud Ocupacional
de la Facultad de Medicina. Spontón considera que los uruguayos "tenemos un debe muy
grande con el tema", al punto que elaboró un informe especialmente para Qué Pasa.
El sacrificio. "El ser humano es básicamente diurno y su organismo está programado para
trabajar de día y descansar durante la noche", afirma Spontón en ese informe.
En la jerga médica se habla de "ritmos circadianos": patrones de actividad que ocurren
durante 24 horas, reguladores biológicos de los ciclos de sueño y vigilia, entre otras cosas.
Trabajar de noche hace variar los ritmos circadianos por la necesidad de mantenerse
despierto en horas fisiológicamente anormales, y esa variación "es una de las condiciones
más estresantes del trabajo nocturno".
El especialista destaca la alteración en la calidad del sueño de estos trabajadores: "No es
fácil conciliar el sueño durante el día y hay otros factores que afectan, como el ruido
doméstico y urbano, la luz del día y la vida familiar cuando está presente".
De los 15 trabajadores nocturnos consultados, la mitad se quejó de problemas para
dormir, ya fuera por no poder conciliar el sueño o por no poder evitar hacerlo en horas de
trabajo. Casi todos hablaban con la radio o la televisión prendida, y algunos con mate en
mano. El resto aseguró estar acostumbrado a dormir poco o salteado.
Pero para todos -los que se acostumbraron y los que no- rige esta premisa: "Cada 15 años
de trabajo nocturno se produce un envejecimiento de unos cinco años". Además, "un
tercio de la gente que lo realiza padece fatiga, neurosis, úlceras y alteraciones cardíacas".
Lo dijo en 1986 Pierre Cazamian, investigador y experto de la Organización Mundial de la
Salud.
Los trabajadores suelen reaccionar con sorpresa e incredulidad ante esto. "Son
estadísticas", argumentan queriendo escapar de la generalidad. Algunos lo desmienten
con los ojos rojos de cansancio o las ojeras firmemente marcadas.
Y están los que se van al otro extremo, como Gonzalo, el cajero de un autoservicio abierto
las 24 horas en 21 de Setiembre y Ellauri. "Nadie que trabaje de noche es normal", se
apresura a comentar. Se lo dijo un amigo y él lo adoptó como verdad absoluta. Hace tres
años que Gonzalo se desempeña en ese horario.
Insiste: "si no estás rayado, no aceptás. La gente en general le huye porque no tenés una
vida normal". Gonzalo mira con ojos grandes y habla con cierto cinismo sobre su propia
vida. Es soltero, no tiene hijos y se ríe cuando se le pregunta por su vida social, que
define como "nula".
"¿Que cómo es mi jornada? Dormir y venir para acá, nada más", expresa resignado Jean
Pierre desde atrás del mostrador de un carrito de comidas. Él y su compañera de trabajo,
Andrea, son jóvenes, no tienen hijos, y por eso no se quejan.
Asumen las largas esperas en la parada de ómnibus (los dos viven en Canelones) y miden
todo en horas de sueño. Por ejemplo, Jean Pierre está pensando cómo va a hacer para
conseguir la tarjeta del transporte metropolitano, ahora que es obligatoria para los boletos
de una hora. "Un trámite lo tenés que hacer en el día libre o sacrificar tu sueño", explica.
La "vida social" de Ricardo y Jorge, dos panaderos de 40 y pocos años, "es tratar de ver
cómo les va a los chiquilines y ser amigo de ellos; no descuidarlos", explican. Llevan casi
30 años en el oficio: han tenido que aprender a vivir "al revés de todo el mundo", como
dicen ellos.
"Cumpleaños, entre semana, casi nunca. O vas al cumpleaños o vas a trabajar", plantea
Ricardo mientras sus manos se mueven rápidamente entre la masa y la harina. Estos
hombres, que intentan no hacer ni un "parate" durante su jornada laboral para irse lo más
temprano posible a sus casas, tratan de que su tiempo libre consista en "estar
involucrados" con sus familias: aunque sus esposas se han "acostumbrado", cuando llegan
de la panadería dedican horas para matear con ellas o jugar con sus niños.
Con todo, y aunque a veces no lo recriminen, los hijos notan la ausencia. Una vez, en la
escuela, una de las hijas de Ricardo comentó: "mi papá está siempre trabajando". "Claro",
reflexiona él, "porque nunca me ve".
De sacrificios sí que sabe un grupo de cuatro mujeres que barren la vereda de la Facultad
de Arquitectura a las dos de la mañana. Todas son madres treintañeras que optaron por el
horario nocturno. "Es todo un tema, pero una lo hace por ellos", dice Verónica en
referencia a sus hijos. Estas mujeres, que cobran el 20% más que las que barren de día
para la misma empresa, alcanzan los 5.500 pesos por mes.
Duermen mientras los niños están en la escuela y así evitan contratar una niñera. Una de
ellas, Sandra, tiene otro trabajo y su jornada es agotadora. Si duerme, nunca es más de
tres horas. Cuando está en casa se dedica a "lavar túnicas y baños".
Mientras Qué Pasa habla con ellas, pasa una bandita de borrachos. Las molestan, les
hacen comentarios al oído y gritan groserías. Ellas continúan barriendo como si nada
porque están "tranquilazas" y "acostumbradas" a ese tipo de escenas de las que son parte
todos los días.
"Son cosas normales... pueden pasar tantas cosas...", comenta una en tono de superada y
apenas termina la frase, se oye el ruido de una botella rota tras el pasaje de los
individuos. "A veces da miedo trabajar de noche", confiesa otra en voz baja.
Más expuestos. Las personas que trabajan en la calle, como las barrenderas o el vendedor
de garrapiñada, saben que están más expuestos y tienen anécdotas para contar. Es sabido
que los trabajadores del transporte, taxistas o conductores de ómnibus, padecen la
inseguridad que a esa hora suele ser peor.
En los comercios la situación es distinta. Gonzalo, el del autoservicio, cuenta que todas las
semanas debe lidiar con personas "pesadas" y "agresivas" que "buscan cualquier detalle
para terminar a las trompadas". Pero como tiene un guardia de seguridad apostado en la
puerta, las situaciones se controlan. Es víctima de otro tipo de violencia que él asegura
que es igual de habitual, cuyas protagonistas son mujeres que ofrecen sexo a cambio de
productos gratis, y cuando él se niega ellas quedan "muy enojadas".
En el carrito en que trabajan Jean Pierre y Andrea ya robaron tres veces. Dicen que están
"regalados" porque algunos aprovechan que haya menos movimiento.
Algunos barrios, como el Centro, son más seguros para los comerciantes. Allí se ven
patrulleros constantemente y la cantidad de gente que circula es mayor. De todas formas,
la mejor medida en cuanto a prevención es la que aplica Susana, dueña de una farmacia
en 18 de Julio y Minas: cuando baja la luz, también baja la reja. Dialoga con los clientes a
través de ella.
Así, "es más seguro de noche que de día". La situación más extrema que le tocó vivir fue
una vez que "un niño de la calle" fue a su farmacia "con el estómago abierto". La impactó,
pero llamó a la Policía y la cosa no pasó de eso.
La vulnerabilidad es uno de los mayores riesgos del trabajo nocturno, considera Migliónico,
del PIT-CNT. No sólo referida a la violencia, sino también a una mayor probabilidad de que
sucedan accidentes laborales debido a que la persona está menos alerta y se maneja con
menor visibilidad. De todas formas, ni el PIT-CNT ni el Ministerio de Trabajo saben cuántos
accidentes ocurren de noche porque la información con la que cuentan no desagrega esa
variable. Tampoco se conoce cuántos casos de trabajo en negro corresponden a la
nocturnidad.
Roballo -que asumió la Inspección General en este gobierno- explicó que los controles en
la noche se hacen en base a denuncias u operativos específicos por área de actividad. El
último fue a pedido de la Asociación de Panaderos, en 2006. Aseguró que en los próximos
años se harán operativos en otras áreas. Igual, Roballo afirmó que en el trabajo nocturno
"no hay un nivel de denuncia importante" que amerite más atención. Adjudicó el
cumplimiento a que la organización sindical controla mucho por sí misma.
Hace cinco años que el PIT-CNT elabora un proyecto de ley nacional sobre salud y
seguridad en el trabajo. En esa normativa se piensa incluir de forma explícita el trabajo
nocturno. Según Migliónico, se deberá "demostrar la necesidad" de realizar tareas en ese
horario, y se incluirán criterios en materia de prevención ya que actualmente no se
contempla "lo nocivo del trabajo nocturno".
La central sindical está convencida de que es necesario redactar una ley para unificar toda
la nocturnidad, tal como lo han hecho otros países. Si se demoró, dice Migliónico, "fue
porque no hemos el tenido tiempo y la fuerza de analizarlo".
Miles de uruguayos -entre ellos, el vendedor de garrapiñada, las barrenderas y los
muchachos del carrito- esperan de noche y a la intemperie que el Estado y los sindicatos
encuentren ese tiempo y esa fuerza, y empiecen a contemplarlos. Aunque estén
trabajando cuando ellos duermen.
Compensación. Suele pagarse 20% más por trabajar de noche, pero no lo establece una
ley.
Vulnerabilidad. De noche es más probable que sucedan accidentes laborales y episodios de
violencia.
La OIT sugiere
En 1990 la Organización Internacional del Trabajo redactó su "Recomendación sobre el
trabajo nocturno": disposiciones generales sobre seguridad, duración y compensaciones
pecuniarias. Uruguay no la ha tenido en cuenta y este tipo de textos no se ratifica.
Trabajar de noche enferma
Al cambiar el ritmo de sueño y vigilia que ordena el organismo humano, los trabajadores
nocturnos están más expuestos a padecer trastornos de distintos tipos. Por ejemplo
gastrointestinales, debido a la alteración de la secuencia en las comidas. La úlcera es dos
veces más frecuente entre quienes trabajan de noche. También es mayor el riesgo
cardiovascular. Por otro lado, estas personas suelen ser más vulnerables al consumo de
tabaco, alcohol, psicofármacos para mantenerse despiertos y otras drogas. Se ha
establecido que son más proclives a la fatiga física o mental, al dolor de cabeza, a los
cambios en el humor y a los distintos trastornos del sueño.
Informales no son más de noche
Los cuentapropistas o trabajadores informales, es decir, que no tienen una relación laboral
con nadie, no son más de noche. "Están más expuestos, es eso", opina Juan Andrés
Roballo, Inspector General de Trabajo en el Ministerio de Trabajo. Carlos, el vendedor de
garrapiñada que figura en esta nota, o tantos otros que ponen su puesto de comida u
ofrecen lavar taxis en la madrugada, no están incluidos en la seguridad social nacional.
Según Roballo, el ministerio se apresta a incluirlos por todos los derechos que no están
adquiriendo, y no para reprimir su actividad ya que es una "informalidad de subsistencia",
explicó.
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